Desde las entrañas del volcán

Desde las entrañas del volcán
Blog-experimento. Espacio onírico. Utopía en proceso de construcción. Soy comunicadora audiovisual, guionista, escritora, feminista, militante de lo colectivo, artista, activista, anticapitalista y hechicera de la revolución. Colaboro con varias publicaciones y me apunto a un bombardeo. Para propuestas amorosas y proyectos contacta conmigo: garcialopez.alejandra@gmail.com

lunes, 24 de marzo de 2014

Sextopía

Relato escrito para Ruido Fanzine Independiente

En las profundidades del mar tembló la tierra. Explosiones de pasión ígnea se esparcieron por el fondo. Corrieron a su ritmo, el de la creación. Impulsada desde sus entrañas, asomó su rostro de volcán primigenio y se convirtió en paraíso terrenal. Negra como ala de cuervo. Dura y escarpada, su piel dibujó los perfiles que la convertirían en dimensión mistérica. Tres anillos de energía líquida custodiaban su boca: labio mayor, labio menor y corona orgónica. En su interior los latidos levantaron  cuchillas de piedra que peinaron su monte, acogiendo el mar de nubes que volvería a fecundarla. La selva  absorbía  la vida y de los árboles llovían gotas de fértil alegría. Tierra salvaje, ardiente y abrupta, iluminada por la luz que hacen las tinieblas más oscuras. En su corazón de fuego esconde un secreto que late, sólo revelado a quienes tienen el valor de acercarse y beber su sangre. Su lenguaje es el de los prodigios naturales, impregnados por su potencia. En la lucha de los elementos, siempre gana ella.  
Atlántida era su nombre. Mujer como muchas otras, como África, América y Europa. Útero misterioso rebosante de  las aguas de la vida. Recipiente mágico y transformador que cobija a las almas cuando penetran en las fauces del infierno para la celebración. Isla que emergió de la grieta originaria, bañada en libertad irreverente y de sensualidad exaltada. Tierra subacuática abundante en frutales, plantas esotéricas y animales mitológicos salvajes.  Cuevas que servían de casas, casas que eran cuevas habitadas por seres iguales. Ritos  iniciáticos, vorágine de cuerpos que se entremezclaban y trabajo que no era trabajo sino placer sublimado. Potencia colectiva que no tenía límites. Mujeres y hombres que se entregaban  al goce extático en fructífera convivencia. Miembros de una sola tribu, dónde no había enemigos ni jerarquías ni matrimonios. En su lugar, juego de cuerpos deseantes, amantes y pensantes, habitándola. Sexualidad catártica que flotaba, bendecida por ella. Amor libre y liberador le consagraban. Instintos que se celebraban y no eran castrados en sacrificio o aniquilación. Festejos que enardecían los murmullos acuáticos y los convertían en poesía. Arte, imaginario y símbolo seminal de todo lo cósmico. Continente en miniatura preñado de flores negras de las que emanaba rojo vino. Vides de las que brotaba leche y ambrosía color uva. La violencia allí no germinaba; la única ley era que allí nadie dominaba. Fuego, frenesí y húmeda excitación que palpitaba. Realidad arquetípica de la que la humanidad no ha podido dejar de hablar.
Pero esos tiempos de armonía fueron borrados del tiempo por el deseo ciego de los dioses celestes que habitaban en el Olimpo. Entre todos decidieron enviar al dios ecuestre, el guerrero Poseidón quién, acompañado por un ejército de caballos con falos en lugar de cabezas, surcó los cielos e invadió la isla. Guiados por él, los seres fálicos con sus trotes, provocaron un gran terremoto que resquebrajó la isla. Cuando se sintieron cerca de la victoria, las ciegas cabezas de aquellos animales eyacularon todas a la vez, formando un gran diluvio y estableciendo su dominio sobre la tierra materna. Sin embargo, desde el fondo de las aguas, puertas al otro mundo, nos llega un canto profético:

Volveré a emerger como hice en tiempos originales porque soy  la raíz de todas las cosas. La fuente y el vientre que engendra, de la que todo nace, en la que todo florece y a la que todo, después de morir, regresa. Soy la Diosa única y primigenia que habita en el gran océano nocturno e inconsciente. Reina de los vivos y los muertos porque en mi flujo y mi reflujo me celebran y se complacen. Cazadora de estrellas del firmamento acuático en el que reposan deidades y bestias. Recipiente sagrado e infierno submarino; acojo en mi seno todo lo que está dormido y se rebela. Soy la que mora en oquedades y grietas; el éxtasis y el delirio místico que alimentó a vuestros antepasados. Gruta nocturna, sibila subterránea y señora de las lagunas. Soy la existencia exaltada, embriagada y entusiasmada;  la hechicera, la elevación preñada de maná que puede dar y arrebatar.  Mi rostro es el de todos los rostros de éste mundo y del otro. Estoy en todas partes, dónde la vida y la muerte se manifiestan en espectáculo incesante. Y mientras sigan diciendo que he fenecido, yo seguiré diciendo que estoy en las profundidades abisales. Latente, pero viva, desperezándome. Y juro que devoraré y ahogaré en mi vientre, siempre líquido, a los que han tratado de extinguirme y también a los demás. Pero no para fulminar sino para transformar. Porque soy la Madre; brebaje mágico, licor embriagador, elixir de unión. Soy el agua misteriosa que fluye  fuera y dentro de cada uno de vosotros.


Quién tenga sed, que se acerque; el que quiera, coja de balde agua viva” Ap. 22:17


Recomiendo ver el nº 22 de Ruido, cuya temática era el agua y en el que hemos colaborado numerosos creadores canarios. 

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