Desde las entrañas del volcán

Desde las entrañas del volcán
Blog-experimento. Espacio onírico. Utopía en proceso de construcción. Soy comunicadora audiovisual, guionista, escritora, feminista, militante de lo colectivo, artista, activista, anticapitalista y hechicera de la revolución. Colaboro con varias publicaciones y me apunto a un bombardeo. Para propuestas amorosas y proyectos contacta conmigo: garcialopez.alejandra@gmail.com

martes, 23 de abril de 2013

Plasticland





Arcadia camina sin rumbo, haciendo tiempo para su ponencia. Recorre las calles esperando que llegue el momento. Su momento. En las paredes, anuncios que cuelgan de los monstruosos edificios proclaman la llegada de la anorexia en la primavera. Escaparates de maniquíes que parecen mujeres. Mujeres que parecen maniquíes los contemplan con deseo. Un grupo de chicas adolescentes toman cocacola light en una terraza. Visten igual, sólo cambia en ellas el color de sus uñas, a juego con el tono del bolso y los zapatos. Se pasan la revista de moda. Parecen desear ser ellas esos cuerpos cadavéricos que salen en portada. 
Sigue su andadura por la tierra de las luces de neón, que se encienden y apagan, aún cuándo el sol de mediodía alumbra la Gran Vía. A través de un gran ventanal, una peluquería expone a sus clientas a los transeúntes. Con papel platina en la cabeza, esperan con entusiasmo que el nuevo color de pelo les haga sentirse más vivas. Sonrisas de plástico y blanco nuclear contrastan con  las barras de labios de todos los colores. Brillos que te hacen los labios más carnosos. Cánceres que hacen que se te caigan los labios. 

Camina y camina y observa su reflejo en el cristal de un coche parado en un semáforo. Aspecto fantasmal en ciudad de fantasmas. Dentro del coche: un hombre; a su lado un bolso más grande que el de cualquier mujer. Piernas famélicas embutidas en pitillos que dejan ver los desórdenes alimenticios. Un luminoso sex shop invita al placer de plástico. Pollas de colores, texturas, tamaños, venas y prepucios de todo tipo. Bolas chinas que se venden como bolas de helados. Placer vacío de sentimiento inunda las grandes ciudades. Ocio lleno de prejuicios fútiles transforman nuestras vidas. 

Llega a Montera. Prostitutas demuestran sus gustos musicales en teléfonos de última generación, bajo carteles que anuncian la llegada del iphone 5. Zapatos de última moda levantan esos cuerpos desnudos. Voluptuosidad desublimada bajo kilos de maquillaje y cadenas de oro. Hombres de color, vestidos con trajes de vendo oro. Machos frustrados que hacen cola esperando comprar un orgasmo.  Frente a ellas, el toldo de un kiosco de prensa, que pasa desapercibido en la selva de plástico, da sombra a un pequeño rectángulo. 


Empapada en sudor, se cobija debajo.  De su bolso saca una pitillera y de ella un tabaco. Contempla su alrededor, buscando el momento de encenderse el cigarro. Una mano, salida del infierno de asfalto, emerge ante ella . Enciende un mechero con una mujer en bikini que sostiene un plátano. Arcadia acepta el fuego, pero no evita añadir que se está confundiendo, tras dar las gracias. El hombre barrigudo le pregunta si es madre. Ella niega. Entonces eres igual que ellas. El hombre se retira. Caya observa a las prostitutas que aceptan con alegría el trabajo que creen haber elegido. O puta o madre, ésos parecen ser los únicos caminos.